ELOGIO DE FANGORIA
Texto por Mario Lopez Ruelas
Fotografía Ivan Aguirre
Es sumamente extraño que una banda que tuvo grandes éxitos ochenteros en español renuncie a vivir de la nostalgia y se reinvente en otra banda tan consistente como Fangoria.
Fangoria ha editado seis discos de larga duración con temas inéditos en 17 años, varios más con nuevas versiones, remixes y singles -no en directos, no unpluggeds, no primeras filas- y se mantiene frecuentemente en gira gracias a un público cautivo pero no masivo.
Y tal vez ellos también lo hagan por dinero -que ya sabemos que no le tienen recelo- pero lo hacen absolutamente a su modo. Por eso, Fangoria es una banda de culto.
El culto a Fangoria es principalmente a sus letras, su identidad y sus mordaces posiciones ante los grandes dilemas de la vida: amor, odio, verdad, mentira, dependencia, independencia, soledad, fe, culpa, traición y muerte-por-dentro.
De sus letras se podrán decir muchas cosas pero difícilmente alguien dirá que son “bonitas”. Son devastadoras, certeras, inclementes, potentes, ácidas, amargas y algunas son francamente feas, pero también suelen contenerse en versos -casi prosa- de musicalidad y rimbombancia dignas de las mejores fantasías catastróficas.
Los amantes helados almacenan pecados, secretos que conviene contar. Una pequeña edad de hielo es un mal pasajero sabiendo que la hoguera arderá en este invierno polar.
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Tú, que mientes más que hablas y haces daño por hacer, ajeno a los infiernos que otros puedan padecer, cuando me das amor me das dolor también.
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¿No será que la Luna está siendo investigada, que las noches se ponen tan oscuras que no me visitas ya ni en sueños?
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No me impresiona, no me emociona. Yo prefiero que te inventes algo nuevo: pecados mortales, errores garrafales, desnudos integrales… imponentes.
Las identidades de Olvido Gara (Alaska) y Nacho Canut dotan a Fangoria de una identidad propia y de una sola pieza. No hay sorpresas, no hay sobresaltos; son lo que hay, dicen lo que piensan y hacen lo que dicen.
El magnetismo de Olvido siempre ha sido predominante: lo que se llama una frontwoman. Y los años no han hecho más que legitimar su personalidad de mujer fatal pero pragmática, de diva que camina en tacones altísimos y ropas ceñidísimas sin el menor arrepentimiento.
Nacho es el lado oscuro de la Luna, el que en concierto se coloca detrás de los sintetizadores como si fuera un ingeniero de audio detrás del cristal. Creativamente, es la mitad de Fangoria, pero su rol no es protagónico, que tampoco es ningún imitador de Drácula para ponerse histriónico en la penumbra.
Por sobre todo, lo que hace de Fangoria una banda de culto está en su postura frente a la vida. Nihilistas, hedonistas, estoicos, individualistas, ateos. Absolutistas.
¿Quién pondrá la vela a San Sebastián para que nos perdone la frivolidad de habernos sumergido de lleno en lo prohibido y rechazar cualquier señal de normalidad?
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Mi indiferencia natural, curtida en mil batallas contra la pereza, borra del mapa todo amor, porque en mi vida todo acaba como empieza.
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Borré los sueños y los fantasmas. Pensé en la muerte y un poco asustada vi el futuro ardiendo en la distancia. Y quizás la verdad esté sobrevalorada. Hay vida en Marte y yo como si nada.
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