AVIADOR DRO

Aviador Dro FLESH Magazine Jose Abril

Música y nostalgia por el futuro
Por: José Abril

Partimos de una ideología retomando ideas
de la vanguardia de principios del siglo XX y actuales,
principalmente del anarcosindicalismo y del futurismo.
(Aviador Dro, 1982)

Para quienes vivimos musicalmente los años ochenta, el techno hispano siempre tuvo forma de Mecano. Y no nos referimos al juego sino al trío español conformado por los hermanos Cano y Ana Torroja, quienes hacían canciones ripiosas de contenido abiertamente naíf, en ocasiones contagiosas y otras veces irritantes, que se vendían como vanguardia musical dentro de una escena -la nuestra- muy pobre y prácticamente baldía en lo referente al uso musical de las máquinas y los sintetizadores.

Sin embargo, ese grupo no fue el único portador del género en nuestra lengua. En España surgieron otras propuestas superiores que lamentablemente no tuvieron el mismo apoyo mediático pero que -para fortuna nuestra- a base de ingenio e inteligencia, pudieron trascender fronteras forjando una leyenda y un culto desde la escena independiente. Aviador Dro es una de esas bandas, o más bien es “La banda” techno/electrónica hispana por antonomasia.

Es probable que haya quienes se pregunten de qué demonios estamos hablando. Por lo tanto, mirar en retrospectiva resulta pertinente: El Aviador Dro y sus Obreros Especializados surgió como un proyecto durante la euforia de la movida madrileña, aquel movimiento de renovación cultural y artística que despuntó a finales de los setenta y principios de los ochenta en Madrid, gracias al espíritu liberador que devino a la muerte del dictador Franco.

Es en ese tiempo que el punk llega a España, encontrando eco en un puñado de propuestas que iban de la pintura a la música, pasando por el cine, el diseño y la literatura. Y fue ahí donde Aviador Dro apareció, liderado por el siempre inagotable Biovac N (Servando Carballar), siguiendo las enseñanzas musicales de Kraftwerk y atendiendo al desenfadado humor crítico e irreverente de los iconoclastas Devo para ofrecernos su peculiar visión del futuro.

Como pocos, el grupo se asumió desde sus inicios como un colectivo de sólida congruencia, con una filosofía y un universo propios, bebiendo a la vez de diversas fuentes como la literatura de ciencia ficción (Asimov, Burges, Bradbury), la serie B estadounidense, las fantasías cinematográficas del Japón post-nuclear, las vanguardias artísticas de los años veinte (en especial el futurismo italiano de Marinetti y su culto a la máquina), las lecturas anarquistas de Mikhail Bakunin y el aliento de los grupos más contestatarios del punk británico. Aviador Dro ya eran cyberpunks mucho antes de que el término empezara a orbitar.

Desde entonces, El Aviador se ha mantenido activo y -siempre fieles a sí mismos- ha propagado sus ideas a través de una extensa cantidad de canciones, la gran mayoría de contagiosa estructura pop y otras de arriesgado aliento experimental, pero todas ellas ventanas a un futuro no siempre esperanzador. Canciones que, de una u otra manera, son interesantes relatos de ciencia ficción extraordinariamente musicalizados en los cuales lo mismo podemos encontrar descripciones -en clave de humor negro- de desolados paisajes posapocalípticos (“Nuclear sí”), que crónicas cientificistas (“Antimateria”), o exhortaciones al uso de la violencia como defensa social (el genial himno-monólogo “Intolerancia”), lúdicos alegatos antibélicos (“Baila la guerra”), abiertos homenajes a iconos del cine de ciencia ficción (de Godzilla a Alex y sus drugos) hasta álbumes completos de calculada conceptualización futurista (esa obra maestra que es “Síntesis”).

Este año, Aviador Dro ha cumplido 35 años y tras el lanzamiento del recopilatorio “Otros mundos, otras estrellas” (1979-1982) por parte de Elefant Records, habrá quien argumente que el tiempo les ha pasado factura, pero nada más alejado de la realidad: el pasado mes de junio, Barcelona los recibió en la Sala BeCool, un pequeño recinto en el que nos dimos cita algunos nostálgicos por aquel futuro que tanto nos cantaban Biovac N y los suyos, un futuro que casi se ha vuelto presente y se actualiza musicalmente porque mientras la tecnología avance, Aviador Dro seguirá apropiándosela y sacándole plusvalía estética y musical para bien de nuestros oídos y de nuestra garganta. La consigna parece seguir: ¡Nuclear sí, por supuesto! O lo que es lo mismo: ¡larga vida a Aviador Dro!

 

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