EDUARDO GASET
Maquillaje Eduardo Gaset
Fotografías en color German Nájera
Modelos Karina Villa Paragon Models & Agata Descroix GH Management
EDUARDO GASET. Make Up Artist.
“Extraño el Glamour.”
Vivió el glamour de finales de los 70 en Nueva York, la movida española de principios de los 80 en Barcelona, el boom
de las estrellas juveniles en México desde mediados de los 80 hasta que la industria musical se desplomó,
el lento desenvolvimiento de las revistas mexicanas de moda y belleza desde que se podían contar con los dedos de
una mano hasta que irrumpieron las grandes editoriales internacionales. Es Eduardo Gaset, maquillador con 33 años
de experiencia, que aprendió a trabajar con la disciplina y el arte que le transmitió su sensei, Shu Uemura (1928-2007),
y que lo convirtieron en uno de los favoritos de las actrices, cantantes y modelos que triunfaron en México durante
las décadas de los 80 y 90. La primera celebridad a la que maquilló Eduardo fue María Félix, para una sesión con el
fotógrafo Max Clemente, autor de las imágenes más icónicas de “La Doña” en su etapa de gran diva ostentosa, ya
retirada del cine, dedicada a sus negocios y su vida entre los poderosos de México y Francia. Ya con estudios de maquillaje
y peinado y con un buen fogueo en tiendas departamentales y en agencias de modelos como Elite, en Nueva
York, Eduardo se inició en el maquillaje en México cuando el oficio todavía era una rareza: las artistas y modelos se
peinaban y maquillaban en un salón antes de las sesiones de fotos o los desfiles. Y como no había cámaras digitales
ni laptops ni Photoshop, usaban cámaras Polaroid para revisar maquillaje y peinado antes de las tomas definitivas.
Le tocó abrir brecha junto a Miguel Rodríguez, Adolfo Roldán y Eduardo Montoya –con quienes hacía equipo– y de
ahí en adelante maquilló a todas las importantes en el país. A Salma Hayek, Rebeca de Alba, Montserrat Oliver, Edith
González, Yuri, Lucía Méndez, Ana Gabriel, Alejandra Guzmán, Paulina, Thalía, Gloria Trevi, Bárbara Mori, Galilea
Montijo y muchas más. Su trabajo era constante en las producciones de Luis de Llano y Pedro Torres, y para las casas
discográficas, cuando se creaban conceptos. “Nos inmiscuían muchísimo” a maquillistas, peinadores y coordinadores
de vestuario. “Tomaban nuestra opinión para el diseño de imagen; estabas con el diseñador desde que empezaba a
bocetar”. Eduardo observa que ya no hay el mismo respeto por el trabajo del maquillista, pues a veces ni siquiera les
dan un espacio y una iluminación apropiadas para trabajar.
En realidad, para él se ha perdido el glamour que había antes en el medio de la moda y del espectáculo. Lo asocia a
dos fenómenos que se vinieron con el nuevo siglo: el desplome en los presupuestos para producción y la invasión de
extranjeros que no necesariamente tenían el nivel profesional que se les concedió. Y advierte: “¡La Malinche is alive!”.
También cree que las amistades que se forjaban antes entre artistas, diseñadores, maquillistas, peinadores y fotógrafos
se dificultan más ahora, porque con la llegada de internet y los smartphones, las celebridades se tienen que cuidar
demasiado. Ahora cualquier cosa puede filtrarse y destruir una carrera. Admite que tiene pocas verdaderas amigas del
medio del espectáculo, pero no duda en decir que se sabe querido y reconocido por su trabajo, y sigue disfrutando el
maquillaje, porque para él es un arte.
Hay que leer y viajar
“El maquillaje tiene la magia de poder transformar, de dar personalidades distintas a una sola persona”, pero para eso
no es suficiente ir a la escuela o a los cursos que dan las marcas de cosméticos: hay que leer, ilustrarse, viajar. Como él
dice, ahora cualquiera se auto nombra make up artist, pero lo que no abundan son maestros. Eduardo se considera una
persona “atemporal” y dice que no se preocupa por ir “al último grito de la moda”. Si se refiere a ser un fashion victim,
es cierto, él no lo es, porque ha desarrollado un estilo propio tanto al maquillar como en su look personal.
Y, bueno, no podíamos esperar menos de alguien que se enfiestó en Studio 54 codo a codo con Grace Jones, Andy
Warhol, Bianca Jagger o Jean Michel Basquiat… aunque eso fue sólo su entrenamiento para las fiestas que vendrían
después.
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