EL ESPACIO VISIONARIO
Texto por Pablo Fernández Sánchez
Desde el inicio de la historia, el hombre ha imaginado su futuro y el de los espacios que habita como una proyección de su situación presente, de sus metas. Dioses, religiones, guerras, desarrollo industrial, tecnológico y la preservación del planeta son algunos de los temas que fundamentan las arquitecturas visualizadas para el porvenir. Desde luego que cualquiera que sea el argumento, siempre está presente un discurso de poder del hombre sobre la Tierra, así como el de la conquista y domesticación del espacio a sus necesidades.
Arquitectos y diseñadores visionarios constantemente buscan darle forma a un entorno que se visualiza como próspero o adverso, pero en su mayoría los escenarios que nos presentan logran hacernos reflexionar acerca del punto en el tiempo en el que nos encontramos. Nos dan la oportunidad de decidir con más certeza el futuro que buscamos tener como presente en algún momento de nuestras vidas o de las vidas de nuestros sucesores.
Podemos darnos cuenta que el espacio que habitamos en nuestro presente ha dejado de sorprendernos, cuando en realidad representa algo que en el pasado muy probablemente se visualizó como increíble y casi imposible vivirse: formas, materiales y dimensiones impensables en épocas anteriores que hoy son una realidad.
El futuro en la arquitectura engloba no solo la parte superficial y visual, o la experiencia tridimensional, sino también la de un modo de vida que va desde sus raíces más profundas hasta las tecnologías de construcción más actuales, siendo la compatibilidad de estas condicionantes la que puede llegar a permitir o truncar el que una idea de futuro llegue a verse ejecutada y en operación.
La capacidad de imaginación, al punto de casi profetizar el destino del espacio, ha dado lugar a que muchos personajes en el tiempo puedan sembrar ideas importantes que en su momento tal vez sólo quedarían en papel por la complejidad que en esos momentos representaría su ejecución. Muy pocos han logrado ver plasmadas sus ideas en nuestro espacio tridimensional. Todos esos vendedores de sueños o ilusionistas han impreso su propia marca y algunas estéticas han prevalecido más que otras, atravesando desde lo más recto y racional hasta lo más curvo y orgánico.
Cabe mencionar que podemos empezar a hablar de arquitectura futurista desde siglos atrás. Épocas en donde, aunque no se contaba todavía con el término futurismo, queda claro que ya existían ideas de espacios muy adelantados a su época. En el siglo XVI, el mismo Miguel Ángel Buonarroti las puso en práctica con su arquitectura manierista en la que hacía converger grandes y complejas esculturas orgánicas con la deformación de los estilos clásicos renacentistas.
Casi tres siglos después, el arquitecto español Antoni Gaudí también implementó una arquitectura futurista con un estilo que reinterpreta escrupulosamente el comportamiento de la naturaleza en sus múltiples obras proyectadas, ejecutadas para ciudades europeas como España. Uno de sus proyectos más significativos y controversiales es el del templo de la Sagrada Familia en la ciudad de Barcelona, obra que hasta la fecha se encuentra en etapa de construcción después de más de un siglo de haber sido comenzada, además de tener una proyección de alrededor de 20 años más para verse concluida. Cabe destacar que uno de los puntos más interesantes de esta obra han sido los cambios en las estrategias que se han tenido que implementar para la obtención de recursos económicos con una iglesia católica que hoy en día se encuentra inmersa en una enorme crisis.
La línea es el elemento esencial que permite la creación de espacios. Es a través de ella que podemos diseccionar con más claridad las diferentes tendencias por las que ha atravesado la arquitectura futurista. A principios del siglo XX se trataba de líneas largas y horizontales, posteriormente se dio un cambio a líneas verticales, un periodo al que la historia denominaría como Art Decó.
Pero después, con el severo hundimiento que representó la segunda guerra mundial y el freno que supuso para el desarrollo industrial, la línea del futurismo se reinventaría en algo completamente distinto y radical: ahora sería curva, en una nueva era espacial y de fascinación por el plástico. A este novedoso estilo arquitectónico, ubicado en la década de los cincuentas, se le denominó como arquitectura Googie, siendo uno de sus principales representantes el arquitecto y diseñador finlandés Eero Saarinen, quien habría de cubrir el perfil completo de lo que esa época simbolizó, muy al estilo de Los Supersónicos.
En las últimas décadas, a la par de la gran velocidad del desarrollo científico, los proyectos futuristas se transforman casi en seguida en proyectos de presente y se plantean como ejecutables bajo la justificación de nuevas tecnologías puestas en operación. Sin embargo, a pesar de la realidad que esto constituye, el costo de su construcción resulta extraordinariamente alto, fuera de toda viabilidad. Esto sucede la mayoría de las veces en el afán de proponer líneas demasiado complejas que no se entienden con los métodos constructivos y los materiales con que se cuenta comercialmente.
Actualmente existen otros arquitectos representantes de la arquitectura futurista, como Zaha Jadid. En los últimos meses del 2015, para Zaha el tema de la viabilidad en sus ideas futuristas se ha visto violentamente cuestionado frente a la cancelación de su proyecto para el nuevo Estadio Olímpico en la ciudad de Tokio. En este caso especial ya no solo nos referimos a un esquema de inversión de recursos económicos sino también de territorio y población.
Pese a todos los obstáculos antes mencionados, la ilusión de construir arquitecturas complejas resulta ser una fragancia sin lugar a dudas muy atrayente y casi adictiva. Una de las ventanas que en la actualidad permiten ver el futuro de la arquitectura sin tantas trabas, con grandes inversiones económicas y retornos multimillonarios, es la cinematografía, la cual nos permite transportarnos por algunas horas a mundos completamente diferentes, desafiantes incluso de las leyes universales de la física.
Grandes visionarios en el campo de la ciencia ficción han alimentado el futuro de la arquitectura. El tema del futurismo en la arquitectura quedaría inconcluso si no se hiciera mención del artista plástico y escultor Hans Ruedi Giger, uno de los máximos exponentes de espacios futuristas de las últimas décadas. Es muy probable que parte de la estética más difundida de sus diseños futuristas se haya dado en las películas de Alien, con un estilo muy marcado en el que se mezclan siluetas de cuerpos humanos con máquinas de una manera casi fetichista, resultando escenografías incitantes y atrayentes.
Cualquiera que sea nuestra postura frente a las formas y los fondos de una arquitectura que cada día se siembra sobre la superficie terrestre, o incluso que se pretenda construir en nuevos mundos, lo que es definitivo es que en nuestra naturaleza cambiante, seremos visionarios permanentes de futuros en donde los espacios nunca dejarán de sorprendernos y de ser un reflejo de nuestra evolución como seres vivos.
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