JOEL-PETER WITKIN, EL MENSAJERO
Texto por Jose Luis Lozano Platt
Retratos por Iván Aguirre
Cada artista debe repensar su visión de la vida.
– Joel-Peter Witkin
Provocación, tragedia, vergüenza, hedonismo, exhibicionismo, sensualidad y deseo. El cuerpo sufriente y la diversidad humana son algunos de los rasgos por los que conocemos la obra de Joel-Peter Witkin, pero más allá de lo explícito y de su franco lenguaje existe un discurso de belleza y empatía, un deseo por renovar al mundo.
Con aire desenfadado y firmeza de carácter, Joel-Peter Witkin llega a esta charla y sonríe de satisfacción por el éxito de la exposición retrospectiva de su obra fotográfica y la de su hermano, el pintor Jerome Witkin, en el Foto Museo de Cuatro Caminos de la Ciudad de México.
Fascinante exhibición de dos carreras paralelas que gracias a la labor curatorial de Trisha Ziff, se traduce en una presentación personal e íntima del misterio en la vida y obra de un par de gemelos idénticos que una vez compartieron la vida dentro del vientre de su madre y que, curiosamente, han evolucionado con total independencia y se han mantenido como dos extraños durante toda su vida, trabajando con diferentes disciplinas estéticas pero siempre con un fino hilo que conecta ambas sensibilidades.
A pesar de haber crecido con pocos alcances económicos en una vecindad de Brooklyn, Joel-Peter Witkin vivió su infancia a fines de la segunda guerra mundial (criado por su madre y su abuela) rodeado de pasión por el arte. Su hermano Jerome comenzó a dibujar y a pintar desde muy pequeño y su hermana Sara se inclinó por el piano. Desde que mostraron gusto y aptitudes artísticas, su madre (de ascendencia italiana y católica) fomentó sus inclinaciones artísticas y el alcance que éstas podían tener en la vida de sus hijos. Sin embargo, fue su padre (de ascendencia judía y separado de su madre) quien acercó a Joel-Peter a la fotografía:
“Me sentaba en sus piernas y traía consigo el periódico. No era The New York Times sino el Daily News, un periódico orientado a gente que no había llegado a la preparatoria, pero estaba lleno de fotografías de la guerra y él me las enseñaba y yo quedaba hipnotizado. Veía el colapso de las ciudades, la destrucción y los escombros desde los cielos, los aviones volando y yo creía que ese mundo existía solamente fuera de los perímetros de donde yo vivía. En ese momento estuve seguro de querer conocer esos lugares y poder tomar esas fotos. Ése para mí fue el principio de mi conexión con la fotografía.”
Con una pequeña cámara Kodak de 15 dólares que había comprado en una tienda local, Joel comenzó a experimentar con la fotografía en su adolescencia, trabajando primero con series de diapositivas y fue su hermano Jerome quien le propuso llevar y mostrar algunas al Museo de Arte Moderno de Nueva York.
“Llamé y pedí tener una cita con Edward Steichen para enseñarle mis fotos. Estaba preparado para esperar semanas, pues sabía que era un hombre muy ocupado, pero estaba decidido a mostrarle mi trabajo. Tuve la suerte de que me atendió una asistente muy amable y, después de revisar mis diapositivas -no tenía una caja de luz así que lo hacía solo con un pedazo de cristal y un fondo blanco- seleccioné 20 imágenes. Llegué al museo y me dirigí a esa asistente (Grace Mayer), me presenté y le expliqué lo que quería mostrarle al Sr. Steichen y le pregunté qué pensaba de mi trabajo. Me senté a esperar y mientras hojeaba algunas publicaciones de fotografía pude ver su silueta a través de una caja de luz entregando mi caja con diapositivas. No sabía que pasaría, solo que estaba viendo mi trabajo.
Poco después escuché que Steichen decía que quería que entrara a su oficina. Entré y vi mis diapositivas puestas en la caja de luz y al voltear a verme me preguntó: –¿Eres un mensajero? Y yo, con mi facha de chico sabelotodo de Brooklyn. le contesté: – Sí, soy un mensajero.”
Una selección de esas diapositivas pasarían a formar parte de manera inmediata a la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York y al poco tiempo se exhibieron por vez primera en una exposición titulada Masterpieces of Photography from the Museum Collection, curada por Edward Steichen.
“¡Dios, qué estaba pasando! Recuerdo que fuí con mi hermano a la inauguración y ese fue el comienzo de mi dedicación a la fotografía. Me dije a mí mismo: –Si lo que hago provoca esta inmensa reacción, quizá deba seguir haciéndolo.”
En la década de los cincuenta, Joel no sabía si inclinarse por un enfoque periodístico o por la construcción de sus propias fotografías. Después sirvió al ejército de Estados Unidos durante casi diez años y estando ahí se dedicó a tomar y procesar fotografías de contenido militar clasificado. No fue hasta la década de los setenta que Joel se incorporó a escuelas de arte y realizó estudios formales de fotografía y artes plásticas. Comenzó a trabajar en diferentes estudios y laboratorios y fue hasta pasada toda esa experiencia que Joel decidió que el mundo viniera a él, en vez de él salir a buscar al mundo.
“Comencé a ser el director de mi fotografía: empezaba con un boceto de un concepto por el cual tenía total convicción e integraba todo los elementos de historia social que tuviera al alcance. Me empezó a gustar trabajar especialmente con personas que fueran muy diferentes física y emocionalmente. Para mí eran los héroes de la vida por tener modos de vivir y de conectarse tan distintos a los demás. En esa época todos -incluyéndome- estábamos aprendiendo a comunicarnos y a conectar emociones de manera más profunda.”
A través de su obra podemos encontrar siempre en Joel-Peter Witkin una conexión con elementos históricos y sociales muy particulares de diferentes regiones del mundo, integrando la historia social y estética por medio de sus fotografías y generando una fuerte conexión con los misterios de los lugares donde ha tenido la oportunidad de vivir, ya sea Estados Unidos, Europa o Latinoamérica.
“Los héroes en mi vida siempre han sido los artistas y en mi trabajo se encuentran influencias del arte; desde las cavernas en Glasgow hasta el movimiento francés de los cincuenta. Pero más allá de esto, creo que existe una similitud entre mi arte y la religión, pues ambas parten desde una creencia cuyo origen -al final- no sabes cuál es. Se trata de algo invisible que hay que convertir en visible y que proviene de un sistema de creencias.”
“Yo quedé fascinado con los fundamentos religiosos que se empezaron a dar en la pintura y la escultura en occidente a partir de 1830, pero no quería ser pintor o escultor, quería hacer un equivalente a través de mi propia conciencia, de mi propia realidad, de mi propio tiempo, conectando la historia social a mi visión de la fotografía. Tomar algo que es históricamente vil (un ícono histórico por así decirlo) y girarlo completamente por medio de la fotografía.”
La fotografía podrá ser un medio mecánico pero la magia de la obra de Witkin reside en la exhibición de ese misterio de la creación a partir de sus ideas, mismas que se conectan profundamente con el imaginario del lugar en donde se encuentre, con su gente, con la historia de la civilización y con lo que ha representado previamente en su arte.
“Como he escrito en mi manifiesto personal, mi obra es un arte que muestra los resultados de nuestro descenso al vacío y a la mediocridad. Consiste en unir la imaginación y algunas referencias visuales con una objetividad personal que condena el compromiso de todo tipo. Hago la obra por el bien del hombre y por la gloria de Dios.
Pregunta a cualquier artista contemporáneo en qué cree, por qué daría su vida: ésas son las grandes preguntas de las cuales debe partir y crearse el arte. Por ello el tiempo está de mi lado. Así como los nuevos objetivistas fueron llamados degenerados por expresar sus creencias, mi obra será reconocida -espero- con el tiempo como una de las representaciones mas importantes del esplendor y la miseria de la humanidad en ese proceso de nuestro deseo por la verdad y la valentía de vivir.”
Siendo uno de los más respetados y reconocidos fotógrafos de nuestros tiempos, sorprende la evolución de su trabajo a través de los años. Aunque se ha mantenido fiel a su narrativa vívida, compleja y explícita, los elementos van cambiando de acuerdo al tiempo y al lugar donde se realizan sus obras. Elementos transgresores que han sido inspiración para generaciones de artistas en todo el mundo.
Es inevitable preguntarse qué habría sido de la narrativa visual grunge de los noventa sin la obra de Witkin. O las manifestaciones posteriores en el cine, los videos musicales, los desfiles de moda y las artes visuales y escénicas que, inspiradas en su narrativa, cambiaron la manera de exponerse al mundo e inclusive confeccionaron un estilo independiente y referencial por si mismo.
“De dar un consejo sería serle fiel a tu ser y a tu esencia personal y única. No hacer concesiones y encontrar al desconocido y más extraño ser dentro de tí y bailar con él. Esa la mejor manera de vivir, cuestionando la originalidad de tu intención, la distinción de esa intención y dejarla salir. No detenerte si tienes una idea muy loca. Si es algo que no has sentido antes, tienes que seguir.”
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